EL #CHUTO ENAMORADO – Ataura

Relatos tunanteros. Cuentanos tu Historia.

MI HISTORIA CON LA TUNANTADA #02

chuto apata

#Ataura #15Enero #CristianOjeda #Tunantada

Hoy envuelto entre tantos pensamientos de lo que viví con la Tunantada, voy a relatar como empezó este romance de nunca acabar entre la Tunantada y yo.
Todo empezó un 15 de enero de 2001, cuando apenas tenía 5 años. Llegaba la fecha en donde la plaza de Ataura cobraba vida, donde se escuchaba como la orquesta afinaba sus instrumentos, donde todos iban a la plaza a alquilar su vestuario que usarían más tarde.
Al promediar las 9 de la mañana recuerdo cuando mi papá llamó a mi hermano y a mi para ir a la plaza, en ese preciso instante mi corazón salto de alegría, entre mis pensamientos decía: al fin llego el día, al fin podre bailar y disfrutar de la tunantada. Ya cambiados, recuerdo a mi papá afinando los pasos y ese notorio cambio de voz que decía: ¨Cuidado che¨, ¨Cuidado con las 7 puntas¨, donde me enseñaba como debe ir cada pieza de nuestro traje, como debía agarrar y como debía bailar (claro que después cada uno tiene su estilo).
Llegando a la plaza escuché la orquesta, en ese instante mi piel se erizó y mi corazón se aceleró, ya estaba a punto de ser otra persona, de disfrutar de lo mío, estaba a punto de disfrutar la magia de la tunantada donde descubriría que esta sensación era una de las más bonitas de la vida. Y así fue como di mis primeros pasos, el pequeño argentino entraba en acción, disfrutando de cada minuto y de cada momento que se volvería imborrable en mi memoria.
Hoy al recordar todo esto siento que mi amor hacia la tunantada ha crecido, está claro que ya no soy más el pequeño arriero, ya no soy más un argentino, me convertí en un cuyucara, el #chuto #enamorado (enamorado perdidamente de la tunantada). Cada vez que me coloco el traje de chuto en la fiesta del 15 de enero de Ataura, siento las mismas sensaciones que sentí cuando estaba pequeño, claro que en una intensidad mayor y agregando algunas cosas más. Y sé que siempre estará en mi memoria aquel gran tunante que me enseño amar a la Tunantada y sé que ahora sonríe desde lo más alto al verme disfrutar nuestro 15 de Enero.

#Gracias Cristian Ojeda por compartirnos tu Historia con la Tunantada.

CHUTO DE PASO – MI HISTORIA CON LA TUNANTADA

borda

NUNCA bailaré Tunantada, no me gusta y me pone triste … esas fueron mis primeras palabras que recuerdo haber dicho aun siendo niño.

Recuerdos de mi infancia vienen a mi mente, eran los años 80 cuando me encontraba jugando en mi casa, explorando por las habitaciones y de repente encontré con una maleta misteriosa debajo de la cama, nadie estaba viéndome, así que decidí abrirla, a primera impresión pensé que era ropa guardada pero según iba desempacando me iba dando cuenta que era algo diferente, algo que nunca había visto; lo que más llamó mi atención fue una máscara y un muñeco que tenía la misma vestimenta pero en miniatura, en ese momento no sabía de que se trataba y cerré la maleta.

Más adelante me enteré que aquel vestuario pertenecía a mi padre y que lo usaba todos los “20 de Enero” de todos los Años para bailar de Chuto.

Mi padre era un artista al momento de alistarse para bailar, desempacaba la misteriosa maleta con mucho cuidado, verificaba que el disfraz se encuentre en óptimas condiciones, la camisa blanca era planchada minuciosamente y ya con el disfraz puesto procedía a rosearse un gran perfume. Si bien vi varias veces disfrazado a mi papa al salir de la casa rumbo a la plaza, no tuve la oportunidad de verlo bailar con el disfraz puesto al compás de una orquesta.

Mi primera experiencia en la plaza del 20 de Enero (Hoy en día llamada plaza Juan Bolívar Crespo) fue trágica, yo tenía 5 años aproximadamente y mi madre me llevaba de la mano, ya habíamos ingresado a la plaza rodeada por grandes toldos (Ambientes temporales de 2 pisos armados a base de maderas palos y tablas desde donde las personas pueden reunirse y espectar el baile), eran las 7 de la noche y había bastante confluencia de personas cuando de repente me desprendí de la mano de mi mamá a causa de la cantidad de gente y de la dificultad que había para avanzar. En ese momento atiné a gritar con todas mis fuerzas buscando a mi mamá, imagínense a un niño de esa edad en la oscuridad y rodeado de mucha gente. Gracias a Dios al poco rato pude encontrarla, pero esta vez me sujeté con todas mis fuerzas. Por otro lado, había un personaje disfrazado con un poncho negro y un látigo (El Tucumano) que gritaba fuerte, lo cual me causaba mucho pánico. Sumado a eso no entendía en ese momento la razón de porqué la música que tocaban era muy melancólica. Creo que estas fueron las causas que me llevaban a decir NUNCA bailaré incluso hasta después de adolescente.

Pero …. La Tunantada estaba en mi sangre, mi familia paterna y materna es de Yauyos – Jauja, todo el tiempo, aunque no quería escuchaba Tunantada, mi padre bailaba Tunantada, había nacido en la cuna de la tunantada. Creo que la Tunantada estaba esperando a que le dé una oportunidad.

Por mi mente pasan muchos recuerdos de mi época a la que llamo “Mi FIEBRE con la Tunantada” que en otros relatos les contaré, pero debo mencionarles ahora como y porque acepté vestirme y bailar.

Tenía 18 años, había terminado mi primer año de universidad en la capital y por casualidades de la vida me encontraba de vacaciones por Yauyos – Jauja, no recuerdo si era un 22 o 23 de enero pero estaba en la casa de mi abuelo a 2 cuadras de la plaza, cuando mi primo con el que había crecido me dice que lo acompañara a bailar de Chuto, que hace algunos años él había empezado a bailar pero que siempre salía acompañado de su hermano menor quien había fallecido meses antes. Me quedé en silencio pensando, pero no podía negarme a tal petición.

Finalmente, las circunstancias se prestaban para que baile ya que en el sillón de la sala había dos disfraces de Chuto disponibles (uno de ellos era de mi papá), mi primo me decía que me enseñaría a bailar rápidamente en unas horas, había una orquesta tocando en la casa del vecino, nosotros ya llevábamos varias cervezas dentro, como dicen, para el respectivo valor.

Fue muy complicado al momento de colocarme el disfraz y luego intentar imitar a mi primo los primeros pasos de Chuto, pero así sucedió. Ya en la plaza di mis primeros pasos, pero no sucedió la magia del todo.

El momento mágico, es decir, el verdadero sentimiento ocurrió cuando tuve oportunidad de bailar al siguiente año, en ese momento experimenté como la melodía de la orquesta se fusionaba con mi alma y me llevaba al éxtasis de llorar detrás de la máscara mientras bailaba …. Una sensación inexplicable.

 

Tunanteramente …. El Chuto de Paso.

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CHUTO DE PASO – MI HISTORIA CON LA TUNANTADA

borda

NUNCA bailaré Tunantada, no me gusta y me pone triste … esas fueron mis primeras palabras que recuerdo haber dicho aun siendo niño.

Recuerdos de mi infancia vienen a mi mente, eran los años 80 cuando me encontraba jugando en mi casa, explorando por las habitaciones y de repente encontré con una maleta misteriosa debajo de la cama, nadie estaba viéndome, así que decidí abrirla, a primera impresión pensé que era ropa guardada pero según iba desempacando me iba dando cuenta que era algo diferente, algo que nunca había visto; lo que más llamó mi atención fue una máscara y un muñeco que tenía la misma vestimenta pero en miniatura, en ese momento no sabía de que se trataba y cerré la maleta.

Más adelante me enteré que aquel vestuario pertenecía a mi padre y que lo usaba todos los “20 de Enero” de todos los Años para bailar de Chuto.

Mi padre era un artista al momento de alistarse para bailar, desempacaba la misteriosa maleta con mucho cuidado, verificaba que el disfraz se encuentre en óptimas condiciones, la camisa blanca era planchada minuciosamente y ya con el disfraz puesto procedía a rosearse un gran perfume. Si bien vi varias veces disfrazado a mi papa al salir de la casa rumbo a la plaza, no tuve la oportunidad de verlo bailar con el disfraz puesto al compás de una orquesta.

Mi primera experiencia en la plaza del 20 de Enero (Hoy en día llamada plaza Juan Bolívar Crespo) fue trágica, yo tenía 5 años aproximadamente y mi madre me llevaba de la mano, ya habíamos ingresado a la plaza rodeada por grandes toldos (Ambientes temporales de 2 pisos armados a base de maderas palos y tablas desde donde las personas pueden reunirse y espectar el baile), eran las 7 de la noche y había bastante confluencia de personas cuando de repente me desprendí de la mano de mi mamá a causa de la cantidad de gente y de la dificultad que había para avanzar. En ese momento atiné a gritar con todas mis fuerzas buscando a mi mamá, imagínense a un niño de esa edad en la oscuridad y rodeado de mucha gente. Gracias a Dios al poco rato pude encontrarla, pero esta vez me sujeté con todas mis fuerzas. Por otro lado, había un personaje disfrazado con un poncho negro y un látigo (El Tucumano) que gritaba fuerte, lo cual me causaba mucho pánico. Sumado a eso no entendía en ese momento la razón de porqué la música que tocaban era muy melancólica. Creo que estas fueron las causas que me llevaban a decir NUNCA bailaré incluso hasta después de adolescente.

Pero …. La Tunantada estaba en mi sangre, mi familia paterna y materna es de Yauyos – Jauja, todo el tiempo, aunque no quería escuchaba Tunantada, mi padre bailaba Tunantada, había nacido en la cuna de la tunantada. Creo que la Tunantada estaba esperando a que le dé una oportunidad.

Por mi mente pasan muchos recuerdos de mi época a la que llamo “Mi FIEBRE con la Tunantada” que en otros relatos les contaré, pero debo mencionarles ahora como y porque acepté vestirme y bailar.

Tenía 18 años, había terminado mi primer año de universidad en la capital y por casualidades de la vida me encontraba de vacaciones por Yauyos – Jauja, no recuerdo si era un 22 o 23 de enero pero estaba en la casa de mi abuelo a 2 cuadras de la plaza, cuando mi primo con el que había crecido me dice que lo acompañara a bailar de Chuto, que hace algunos años él había empezado a bailar pero que siempre salía acompañado de su hermano menor quien había fallecido meses antes. Me quedé en silencio pensando, pero no podía negarme a tal petición.

Finalmente, las circunstancias se prestaban para que baile ya que en el sillón de la sala había dos disfraces de Chuto disponibles (uno de ellos era de mi papá), mi primo me decía que me enseñaría a bailar rápidamente en unas horas, había una orquesta tocando en la casa del vecino, nosotros ya llevábamos varias cervezas dentro, como dicen, para el respectivo valor.

Fue muy complicado al momento de colocarme el disfraz y luego intentar imitar a mi primo los primeros pasos de Chuto, pero así sucedió. Ya en la plaza di mis primeros pasos, pero no sucedió la magia del todo.

El momento mágico, es decir, el verdadero sentimiento ocurrió cuando tuve oportunidad de bailar al siguiente año, en ese momento experimenté como la melodía de la orquesta se fusionaba con mi alma y me llevaba al éxtasis de llorar detrás de la careta mientras bailaba …. Una sensación inexplicable.

 

Tunanteramente …. El Chuto de Paso.